miércoles, 2 de mayo de 2007

Big Bottle

El título no es por vacilar, es como se lo he tenido que traducir a unos invitados foráneos que, aburridos por el mal tiempo, no han encontrado otra cosa que hacer que verse la programación entera de Telemadrid esta mañana...

Aparte de la traducción, no me ha costado demasiado explicarles que esta gente organizaba esta algarada no por el derecho a la vivienda o contra el paro, sino por su derecho de beber en la calle. Ello se debe a que la imagen que se tiene de nuestro país (y de Madrid en particular desde el artículo que nos dedicó el NYT) es, para bien o para mal, la de un país de juerguistas.

Me parece triste que la gente se movilice por estas razones y, por mucho que algunos nostálgicos de la movida afirmen que no pasa nada porque la gente se reúna para beber, lo cierto es que la actitud incívica de la mayoría de la gente que se reúne para el botellón causa las quejas de los vecinos. El discursito de que si a la gente les dejaran un lugar para estos macrobotellones se evitarían estos problemas es erróneo, ya que creo que, primero, el gasto de la limpieza de esas áreas sale de los impuestos municipales y creo que hay necesidades más urgentes que cubrir que limpiar los orines y los residuos de esta gente y segundo, que si para cada actividad privada tuviéramos que dedicar un espacio, los ayuntamientos lo tendrían bastante crudo. Pero lo más triste todavía es que la gente defienda su derecho a emborracharse los fines de semana como alternativa de ocio, y esto no lo digo yo, sino algunos de los iluminados que entrevistaba esta mañana Telemadrid.

Está claro que el Estado y sus instituciones no pueden aspirar a marcar las tendencias del ocio de sus ciudadanos. Por ello,me hacen gracia las campañas que se les ocurre a los concejales de Juventud de celebrar noches alternativas con deporte y videojuegos. La gente quiere salir, relacionarse, disfrutar a su manera y este es un área estrictamente privada. Lo que sí se debe procurar es que la gente tenga la suficiente formación y educación cívica para entender que su libertad termina donde empieza la de los demás, y que el derecho de los vecinos a descansar y a amanecer en calles limpias, sin cristales en el suelo ni micciones en sus portales es tan legítimo como el suyo a divertirse.

viernes, 13 de abril de 2007

¿Cómo somos los de RIvas?

En uno de los reencuentros con amigos de Rivas de toda la vida, surgió el tan madino tema de conversación sobre lo mucho que ha cambiado Rivas en estos años. Nos acordábamos de cuando a los 16 años salíamos a Madrid y cuando trabábamos conversación con chicas y nos preguntaban de donde éramos, teníamos ya un argumentario preparado:

- Nosotros: "Vivimos en Rivas Vaciamadrid"
- Ellas : "¿Dónde?
- Nosotros "Es un barrio a las afueras de Madrid. ¿Conocéis Sta Eugenia?
- Ellas: "Ah, sí, cerca de Vallecas..."
- Nosotros: "Buenos, perdonad que nos vayamos, pero el último autobús sale a las 12:00".

Más adelante, el argumentario cambió (pero no el complejo de Cenicienta que siempre nos acompañó en el período de nuestra adolescencia previo a la consecución del carnet de conducir):


- Nosotros: "Somos de Rivas"
- Ellas : "¿De dónde?
- Nosotros "Es un barrio a las afueras de Madrid. ¿Conocéis Sta Eugenia?
- Ellas: "Ah, sí, donde la incineradora. ¿Es verdad que allí huele tan mal siempre?
- Nosotros: "Buenos, perdonad que nos vayamos, pero el último autobús sale a la 1:00"


En esa época los que veníamos de otros barrios teníamos a gala el no ser de Rivas Pueblo, sino de Rivas Urbanizaciones. Además, por una norma no escrita, los de Covibar y Pablo Iglesias debían llevarse mal. Solamente nosúníamos en caso de amenaza exterior (léase Arganda...). En estas condiciones, era complicado que arraigase una conciencia ripense en los nuevos llegados. Tampoco es que la gente del pueblo de Rivas de toda la vida viese con buenos ojos la llegada de los "forasteros", o ésa es al menos la impresión que me quedó en esa época. Luego, con el crecimiento vertiginoso de la población, las diferencias entre Pueblo y Urbanizaciones (ahora Rivas Oeste) se fueron diluyendo. Rivas se ha ido estructurando como realidad social y humana, pero mis amigos y yo coincidíamos en señalar que aún nos falta por consolidar unas "señas de identidad" ripenses. Entiéndase bien que estas señas de identidad suelen ser un compendio de tópicos o, en el mejor de los casos, pura volición, reflejando lo que nos gustaría ser o cómo nos gustaría que nos viesen. Sin embargo, como las banderas o los idiomas, ayudan a crear un sentimiento de pertenencia que, aplicado con mesura y sentido común, suele ser beneficioso.

Pues en esa conversación entre viejos amigos intentamos descubrir la idiosincrasia ripense, y créanme que fue un ejercicio difícil. No encontramos ni siquiera tópicos superficiales (valga la redundancia) y no hallamos nada que nos distinguiera del resto de poblaciones de nuestro entorno. Quizás una mayor conciencia social y un cierto interés por la práctica del deporte, pero con estos mimbres poco puede hacerse.

Por ello es curioso que aparezca una nueva formación que se llame "Ciudadanos de Rivas". Desde que leí en alguna de las revistas del municipio la creación de esta formación política, estoy siguiendo con interés sus apariciones para ver si ellos lo tienen más claro. Por lo menos, sus homólogos catalanes sí que tenían unas señas de identidad definidas y un proyecto. De momento, su programa no me ha ayudado mucho en este sentido.

Sí que me gustaría que los posibles lectores ripenses de este post dedicaran unos minutos a reflexionar sobre las señas de identidad que podrían definirnos a los que somos o nos sentimos de Rivas.

(PD: Mi enhorabuena a D. Ricardo Royo , protagonista absoluto e indiscutible de las revistas ripenses del último mes. Ladran, luego cabalgamos....)

domingo, 11 de marzo de 2007

Días de pancartas y banderas

Intento resistirme a tratar asuntos que suceden en el pueblo de al lado, pero la manifestación de ayer y los motivos por la que se convocó me provocan inquietud. La manifestación de ayer no deja de ser un logro de la democracia y me produce una enorme satisfacción el comprobar que vivor en un país donde se puede discrepar de la opinión del Gobierno con absoluta libertad. Sin embargo, creo que el PP está tensando demasiado la cuerda y jugando con ideas centrales del Estado de Derecho, abriendo puertas que serán difíciles de cerrar cuando las cosas vengan mal dadas. La actitud de "sostenella y no enmendalla", a pesar de que poco a poco se van desmontando las razones sobre las que se construyó esta enorme mentira, traerá lodos que están en la mente de todos y que en algunos blogs de extrema derecha se ufanan en proclamar. El Estado de Derecho no es una falla como las que se están ultimando por estas fechas en Valencia. Cuesta mucho construirlas para luego dejarlas arder durante una noche por voluntad propia. El PP acude a estas manifestaciones con la yesca preparada y a punto para socavar un poquito más al Gobierno, pero no se da cuenta de que se está perjudicando a sí mismo e hipotecando su futuro margen político si algún día vuelve al gobierno. Su estrategia de dinamitar el centro obligando a sus votantes a adoptar posiciones extremistas les podrá dar réditos electorales, pero esa operación de acordeón les va a nutrir de elementos radicales de lso que tendrán que deshacerse después para normalizar su contenido democrático.
Lo vivido en el blog "A sueldo de Moscú", del que me declaro visitador frecuente, me ha ilustrado sobre el corto alcance (menos de un vuelo de gallina) de la voluntad democrática de este sector de la derecha, que a la mínima recupera el discurso del 1936. Puestos a elegir discursos, podrían haberse buscado otros modelos, que en la ideología conservadora los hay y muy buenos.
Por mucho que este gremio oscuro hable de "chekas", "rojos" e "himnos", la izquierda actual tiene bastante superado ese problema. Los nostálgicos del socialismo / comunismo real de corte estalinista son bien poquitos y se recluyen en sesudas revisiones de la historiografía marxista. Sin embargo, los nostálgicos del fascismo están ahí, bien visibles con sus banderas y sus himnos, dispuestos a la acción y a enfrentarse al peligro comunista, cuando el principal peligro lo tienen en sí mismos.

España no se merece esta derecha con memoria de pez y visión de túnel.

jueves, 8 de marzo de 2007

Ladrando su odio por las esquinas...

Por asuntos de trabajo, he tenido que viajar fuera de España durante un par de semanas. Así pues, un buen día preparé la maleta, dejé a mi perro en su residencia habitual y me dirigí al aeropuerto para emprender un vuelo intercontinental de varias y larguísimas horas.

El viaje no empezó bien, ya que el taxista que me esperaba en la puerta de mi casa tenía al insoportable Jiménez Losantos destilando veneno por la boca de tan buena mañana. El atasco de la M40 dio alas al señor taxista y se lanzó a tantearme ideológicamente dejando caer algunos comentarios verdaderamente capciosos que procuré evadir con respuestas lo más políticamente correctas posibles, ya que con 10 horas por delante de avión, lo que menos me apetecía era empezar un infructuoso debate sobre lo malo malísimo que es Zapatero y sus compinches y la santa paciencia de Rajoy y sus cohortes.
En fin, que me alegré cuando me vi en la T4 con mis maletas, mi soledad y mi Ipod, amen de mi bolsita transparente con mis efectos personales a la vista de todo el mundo. Tras casi 40 minutos para embarcar, con cacheo electrónico de por medio, pude por fin acceder al avión con mi bolsita transparente oculta por sendos ejemplares de "El País" y "La Vanguardia". Nada más sentarme, la persona que me tocó al lado me miró de reojo y consideró que el portar ambos periódicos constituía una afrenta para sus convicciones, así que en cuanto dejé mi equipaje de mano en el compartimento correspondiente y me senté, se levantó y fue a pedir a la azafata sus ejemplares de La razón y ABC. Mi desdicha no había hecho sino empezar, ya que tras el despuegue del avión, se dedicó a hacer sus ejercicios de lectura crítica por encima de mi hombro y a cotejar las informaciones que leía en mi periódico con lo que afirmaban sus dos diarios, en un vano esfuerzo por hacer proselitismo. Como veía que yo no entraba al trapo, en seguida me dio conversación y empezamos a hablar de los motivos que nos obligaban a viajar. El se dirigía a una ciudad del Medio Oeste norteamericano a un congreso de medicina. Cuando le conté a lo que me dedicaba (trabajo en algo relacionado con el Derecho) le sorprendió que, dada mi profesión, leyese esos "panfletos sectarios" en lugar de periódicos serios.

domingo, 18 de febrero de 2007

Fines de Semana

Los fines de semana aprovecho para recorrer y conocer las partes nuevas de Rivas. Ya que mis vecinos en obras perpetuas y mi perro desconocen el significado de levantarse tarde, a eso de las ocho y media ya estoy preparado para salir a descubrir nuevos horizontes. Echo de menos mi etapa en el extranjero, cuando dedicaba la mañana de los domingos a "faire la grasse matinée", expresión que no tiene traducción fácil al español y que se combina muy bien con la filosofía anglosajona del "brunch" (por cierto, ¿para cuando un local en Rivas que ofrezca un brunch en condiciones?).

Pues éso, que me visto de domingo (ropa de deporte cómoda) y empiezo el recorrido por la calle en la que vivo, viendo el resultado del botellón sabatino en paradas de autobuses y en los jardines (ver mi antepenúltimo post....). Da un poco de pena el que el paisaje de una mañana hermosa, con un cielo extrañamente límpido y luminoso no pueda combinarse con un verde sin matices de latas de refrescos y bolsas del Mc Donalds.

Me cruzo con mi vecino. Por supuesto, lleva el perro suelto y el bendito animal descarga sus poderosos intestinos en plena acera antes de abalanzarse sobre mi pobre perro. Antes de que salgan de su boca las habituales disculpas, yo le ahorro el trabajo: "sí, ya sé que solamente quiere jugar y que no hace nada". Esbozo una sonrisa de compromiso y me despido educadamente, mientras que el troll que llevo dentro me recrimina el no haberle mentado a su parentela por orden genealógico...

Tras un rato de camino entre aceras estrechas y bastante deterioradas, llego a una zona en plena construcción. El antiguo campo en el que mi perro y yo paseábamos por las tardes ahora está vallado y repleto de dumpers, palés y grúas. De los pequeños árboles que crecían en libertad por el sendero no queda ni rastro. Allá, en el horizonte, las torres de la Ciudad Deportiva ocultan la silueta de una sierra sin nieve en Febrero, mientras que aviones en silenciosa procesión se suceden sin descanso sobre el corredor del Henares.

Los almendros ya están en flor y los árboles muestran pequeños brotes verdes un mes antes de la primavera. En el periódico se comenta con cierta despreocupación que los restaurantes gallegos de Madrid ya ofrecen lamprea en el menú. Dos hechos muy alejados entre sí, pero que en realidad están íntimamente emparentados. La lamprea solía aparecer en las rías gallegas a finales de marzo, y este año se ha adelantado un mes. Me resulta curioso el tono de los artículos sobre el cambio climático, totalmente desprovistos de cualquier inquietud, limitándose a constatar un hecho. Me recuerdan a los artículos que leía en la hemeroteca sobre los meses previos a la guerra civil o a la II Guerra Mundial, en los que resultaba evidente lo que sucedería después a los ojos de un lector del futuro. Me pregunto qué dirán los lectores de estos períodicos dentro de 50 años. Espero que nos lean con indulgencia...

El olor de las flores de los almendros me inspira pensamientos positivos y por un momento olvido el sentimiento de pérdida que aflora cada vez que veo un rincón de mi pasado perdido para siempre. Con un suave tirón de correa indico a mi perro que hay que emprender la marcha y salgo a un camino lleno de barro y arena. En una misma calle cuento siete chalets en obras, con sus respectivos contenedores. Veo que mis vecinos no son los únicos y que una extraña pasión por el bricolage se ha adueñado de los ripenses. Qué raro que hayamos dejado escapar el IKEA...

Me encamino hacia el Cerro del Telégrafo y subo por la pasarela hasta su punto más alto. Cada vez que paso por el Chico Mendes me acuerdo de los restos de la Guerra Civil que se erigían en su lugar, aquellas cuevas y túneles inexplorados que se cegaron por varios años de dejadez y que ahora podrían haber sido incluidos en ese estudio del Ayto de Rivas sobre el frente del Jarama. Más perros sueltos y ciclistas, amén de grupos de chicos y chicas que parecen volver de marcha ahora. Por lo menos, se llevan las botellas en las anodinas bolsas del Carrefour. Punto para ellos...

El olor de los pinos reconforta. Me cruzo con algunos conejos en el camino hacia el río: Más allá empieza la estepa caliza, sin árboles ni sombra. Solamente alguna higuera enferma y zarzas que verdean. Al fondo, se intuye el río y la luz del sol se refleja en los tejados de las naves del polígono industrial de Velilla. se está a gusto paseando en silencio. Hace rato que he dejado duelto a mi perro, que sube y baja por los cerrillos siguiendo el rastro de los conejos. Ahora, la ciudad que está a mi espalda cobra un nuevo sentido. Bandadas de garcetas se levantan de las lagunas y se encaminan a Valdemingómez, surtidor inacabable de comida para ellas. También me sobrevuelan algunas cigüeñas, tejiendo círculos lentos y gráciles.

Llego al río. El camino que solía tomar para bordear los cortados está interrumplido. Ha habido algún desprendimiento este invierno. También los cortados están destinados a desaparecer. El mugido de un ternero llega desde la otra orilla. Mi perro se sienta al borde del cortado. Tiene la lengua fuera por la caminata y el calor. El viento que sube del río, con olor a humedad y cieno, nos refresca mientras le acaricio el lomo. Los álamos se mecen y murmuran haciéndole los coros al río. Algunos patos se buscan la vida entre los juncos. Mi perro y yo echamos de menos a alguien. Nos miramos y nos entendemos.....

Llega la hora de volver, cuesta arriba y con sed. Algún gracioso se ha dedicado a cambiar las flechas que indican la ruta de los cortados. Las vuelvo a poner en su sitio. Mi perro, cansado, ya no trota a mi alrededor e ignora a un gazapillo que nos observa desde la ladera.

Volvemos a la civilización. Los chalets en ruinas nos saludan con sus pintadas y sus aires de Bronx. Las fuentes no funcionan y nos resignamos a beber en casa. Familias con niños se suben a 4x4 relucientes y se van camino del vermú. Padres aburridos se leen el periódico sentados en un banco mientras que sus hijos corretean por el parque.

Mi perro y yo volvemos a echar de menos a alguien.

domingo, 4 de febrero de 2007

Para limpiar el espíritu

nusubito ni
torinokosareshi
mado no tsuki

"El ladrón
se dejó al marchar
la luna en la ventana"

Vislumbrando lo peor.

Me propuse como objetivo al empezar este blog no tratar más que temas aburridamente locales. Sinceramente, las grandes cuestiones de la humanidad me traen al pairo cuando escribo en esta pequeña cajita de Blogger. Me autoimpuse esta norma como medida de higiene mental y casi ética, porque cada vez que voy al pueblo de al lado y veo la que está cayendo, no dejo de asombrarme de lo enrarecido que está el panorama político. Unos se graban en reuniones donde se espera cierta discreción, otros tienen lapsus linguae y hay una oportuna bandada de aves carroñeras esperando sacarles los ojos y las tripas con palmeros jaleándoles desde todas las esquinas del rencor....

Hoy me siento impelido a divagar conmigo mismo a propósito de la manifestación de ayer y, sobre todo, de los lemas de la misma. No alcanzaré nunca a entender a los que pueden corear consignas como la de "Zapatero, al hoyo con tu abuelo" o "Zapatero, coge la maleta, y vete con la ETA". Confundir al Gobierno con los terroristas y apropiarse del himno nacional como algo exclusivo de los que ayer se reunieron supone el insultar a la mayoría de españoles que dieron su confianza al Presidente del Gobierno. Pues sí, yo también me he sentido insultado y dolido por la cerrilidad del discurso del PP y sus acólitos, a quienes, por desgracia para mí, tengo que informar que he escuchado lemas parecidos en manifestaciones en las que no se les ocurriría poner el pie, donde abundan las hachas y las serpientes. Su discurso empieza a ser tan delirantemente obsesivo como las de los seguidores de Batasuna: conspiraciones, banderas comunes pero excluyentes... No sé donde iremos a parar con esta tendencia, pero me parece que a nada bueno. Ójala a algún dirigente de Génova se le abran los ojos y decida que ya han estirado demasiado el asunto del 11M y de que,por el bien de la convivencia y de la democracia, ha llegado la hora de hacer oposición, pero leal.