jueves, 8 de marzo de 2007

Ladrando su odio por las esquinas...

Por asuntos de trabajo, he tenido que viajar fuera de España durante un par de semanas. Así pues, un buen día preparé la maleta, dejé a mi perro en su residencia habitual y me dirigí al aeropuerto para emprender un vuelo intercontinental de varias y larguísimas horas.

El viaje no empezó bien, ya que el taxista que me esperaba en la puerta de mi casa tenía al insoportable Jiménez Losantos destilando veneno por la boca de tan buena mañana. El atasco de la M40 dio alas al señor taxista y se lanzó a tantearme ideológicamente dejando caer algunos comentarios verdaderamente capciosos que procuré evadir con respuestas lo más políticamente correctas posibles, ya que con 10 horas por delante de avión, lo que menos me apetecía era empezar un infructuoso debate sobre lo malo malísimo que es Zapatero y sus compinches y la santa paciencia de Rajoy y sus cohortes.
En fin, que me alegré cuando me vi en la T4 con mis maletas, mi soledad y mi Ipod, amen de mi bolsita transparente con mis efectos personales a la vista de todo el mundo. Tras casi 40 minutos para embarcar, con cacheo electrónico de por medio, pude por fin acceder al avión con mi bolsita transparente oculta por sendos ejemplares de "El País" y "La Vanguardia". Nada más sentarme, la persona que me tocó al lado me miró de reojo y consideró que el portar ambos periódicos constituía una afrenta para sus convicciones, así que en cuanto dejé mi equipaje de mano en el compartimento correspondiente y me senté, se levantó y fue a pedir a la azafata sus ejemplares de La razón y ABC. Mi desdicha no había hecho sino empezar, ya que tras el despuegue del avión, se dedicó a hacer sus ejercicios de lectura crítica por encima de mi hombro y a cotejar las informaciones que leía en mi periódico con lo que afirmaban sus dos diarios, en un vano esfuerzo por hacer proselitismo. Como veía que yo no entraba al trapo, en seguida me dio conversación y empezamos a hablar de los motivos que nos obligaban a viajar. El se dirigía a una ciudad del Medio Oeste norteamericano a un congreso de medicina. Cuando le conté a lo que me dedicaba (trabajo en algo relacionado con el Derecho) le sorprendió que, dada mi profesión, leyese esos "panfletos sectarios" en lugar de periódicos serios.

2 comentarios:

Luis Valcarce dijo...

Querido amigo,

lo malo de la derecha sectaria es que ve la paja en el ojo ajeno pero no ve la maraña de vigas en el propio

Anónimo dijo...

Pobrecitos vosotros los de izquierdas que os encontrais fascistas derechosos por todos los lados eh? Desde el mas humilde taxista hasta un médico reputado están en contra de este desgobierno izquierdoso y radical. Por algo será no? PIENSE